MAXIMIANO TRAPERO, con la colaboración de Juan BAHAMONDE CANTIN: Romancero General de Chiloé. Con transcripciones musicales de Lothar Siemens Hernández, Frankfurt am Main: Vervuert; Madrid: Iberoamericana, 1998, 304 págs.
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Abstract
"España es el país del Romancero", decía don Ramón Menéndez Pidal. Y agregaba que el extraño que recorre la Península, si quiere sentir y comprender bien las características del pueblo español, debe portar en su maleta un Romancero y un Quijote. Tal era la valoración que concedía el maestro de la filología española al conjunto de romances hispánicos tradicionales, esas populares composiciones épico-líricas en las cuales, más que en otras, el pueblo español ha proyectado elementos de su identidad. Sabido es que cada romance tiene un número libre de versos, pero éstos tienen un metro fijo: en su estructura tradicional, son versos de dieciséis sílabas, monorrimos. La partición de cada verso en hemistiquios es lo que ha permitido caracterizar el romance como una composición de versos octosílabos, asonantados los pares y sin rima los impares. La transmisión de estas composiciones por tradición oral, de generación en generación, es un proceso recreativo que dura siglos, puesto que las más antiguas de ellas se remontan a los tiempos medievales y asumen los temas heroicos de esa época. Más tarde surgirán romances en torno a otros asuntos vitales...