LAS CARTAS DEL NAIPE.
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Resumo
Como sabemos, las revistas académicas chilenas que ya tienen ciertos años fueron creadas principalmente por iniciativas individuales o de pequeños grupos, financiadas por institutos o departamentos, y muchas veces por colectas de dineros entre varias unidades. Había endogamia, cómo no, si la idea era promulgar las propias ideas. Hasta que llegó Conicyt, de la mano de Scielo, a imponer criterios de calidad que obligaron a las revistas a normalizar sus procedimientos. Primera “ordenada” del naipe. Las revistas adecuaron su gestión interna a normas internacionales y siguieron funcionando, como siempre, por lo que las autoridades se quedaron tranquilas. Sin embargo, desde hace un par de años, los editores chilenos comenzaron a comunicarse entre ellos. Esto evidenció ciertas precariedades transversales a todas las revistas, y hoy nos encontramos con varios desencuentros entre las autoridades universitarias y sus publicaciones periódicas. Por ejemplo, diferencias enormes entre los presupuestos asignados a cada una -en el caso de que lo tenga-, poca claridad en su adscripción, poca o nula valoración de los equipos que hacen posible cada número, nulo interés en la mantención de estas, entre otros temas. Es por eso por lo que un grupo de editores tomamos cartas en el asunto y nos reunimos hace unas semanas, a redactar lo que será la primera política nacional de revistas, entendidas éstas como todas aquellas que publican nuevo conocimiento científico, tecnológico o de creación artística, cumpliendo los estándares internacionales de su ámbito disciplinar, como resultado de la investigación científica, innovación tecnológica o creación. Conscientes de que la vida consiste no en tener buenas cartas sino en jugar bien con las que uno tiene, es que vimos cuál es nuestra situación a nivel nacional e institucional y qué posibilidades tenemos de mejorarla. Después de un par de reuniones virtuales de intenso de trabajo real, logramos definir el objetivo general y los específicos de la nueva política base, alcances y lineamientos, principios que los regirán, orientaciones para su implementación y un glosario final. Participaron en este grupo de trabajo 35 personas en representación de los equipos editoriales de 29 revistas, pertenecientes a 11 universidades de Chile y un instituto tecnológico estatal de México. Ahora queda seguir trabajando localmente, al interior de cada universidad, adecuando esta política nacional base a cada institución, en un intenso trabajo de socialización con autoridades, académicos, funcionarios y estudiantes.
Fue triste confirmar entre todos algo que, en realidad, ya sabíamos: ignorancia de los procesos editoriales por parte de las instituciones y también la indiferencia, en menor o mayor medida, hacia sus revistas.
Y fue grato barajar y ordenar el naipe entre todos, revisar y disponer cada uno de los aspectos del proceso de gestión que deben tomarse en cuenta, dejando claras las reglas del juego en una política que irá en directo beneficio de nuestras revistas, y que nos permitirá de ahora en adelante, jugar entre todos, equipos editoriales y universidades, una partida justa.