El necroespacio del Antropoceno: un archivo anacrónico
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Resumen
En este artículo parto de la idea de anacronismo postulada por Didi-Huberman en Ante el tiempo como modelo de interrogación de la historia, y en conexión con la propuesta dialéctica de Benjamin y la noción de “discontinuidades” y “anacronismos del tiempo” (2011: 154) para formular que las estratificaciones geológicas del Antropoceno forman capas que pueden leerse como archivos. Pienso el archivo en este ensayo a partir de dos coordenadas teóricas: por una parte, necropolítica y necropoder (Achilles Mbembe); y por el otro, la de Walter Benjamin con relación al acto de recolectar, especialmente aquello que atesora un valor que escapa los dispositivos de mercantilización y por lo tanto es capaz de registrar restos, detritus, y todo aquello que fluctúa en el umbral de la extinción. Propongo, en un sentido más amplio, un necroespacio antropogénico que, alterado e intervenido por capas materiales de formas vivientes e inorgánicas, irá forjando archivos anacrónicos. Las figuraciones estéticas aquí analizadas son la novela El Rey del Agua (2016), de la argentina Claudia Aboaf, el relato “Agua” (1935) del peruano José María Arguedas, y “Los pescadores de vigas” (1913), del uruguayo Horacio Quiroga. Leo estas figuraciones estéticas desde un ejercicio crítico que potencia una propuesta est(ética) antropocénica en sí misma y que, en su fluir conceptual las enlaza junto a capas terrestres, hídricas y atmosféricas. Este gesto no sólo intenta tensionar una lectura formateada sino también una forma de análisis que se funda en la erosión de un texto y por lo tanto cierra toda posible capa de sentido.